miércoles, 31 de agosto de 2016

Mirar al suelo

“El mito se considera como una historia sagrada y, por tanto, una <<historia verdadera>>, puesto que se refiere siempre a realidades. El mito cosmogónico es <<verdadero>>, porque la existencia del Mundo está ahí para probarlo”
Mito y Realidad. Mircea Eliade.



Para la mayoría de las personas una arandela no es más que una arandela. Una circunferencia metálica con un agujero en el centro que se utiliza para soportar una carga o para que otras piezas no choquen entre sí. El común de la gente no le daría más importancia a este simple y redondeado objeto brillante.


Mi hermana Clara, en cambio, construyó de la arandela un símbolo que recubrió de significado. Para ella una arandela representa la buena suerte, por lo que cada vez que encuentra una en su camino se lo atribuye a la fortuna.
Hice mía su creencia y me sorprendí al ver la cantidad de arandelas que andan sueltas por la ciudad. Cada vez que me siento a un paso de olvidar el horizonte, cuando el miedo al futuro incierto se aproxima, camino mirando al suelo. El sólo hecho de transformar el andar cotidiano en la búsqueda del destino hace olvidar los temores que, como laberínticas encrucijadas, se intentan colar en mi mente.


Resulta fascinante saber que cada vez que busco, encuentro. Observo atentamente las baldosas, cada hendidura entre ellas. Siempre aparece una, como un brillante reflejo. Las encuentro en distintos tamaños y colores: plateadas, ennegrecidas o en infinitos tonos de óxido, con perforaciones generosas o pequeñas.
¿De dónde habrán llegado?
¿De qué lugar se habrán desprendido para encontrarse ahora olvidadas en la vereda?
Tropezar con ellas  es la alegría de obtener una certeza: lo que sucederá lo hará más allá de mi recelo. Y es así que una tarde ordinaria se transforma en aquella en que encontré una nueva arandela. Esa tarde la suerte decidió estar de mi lado, el sol pareció abrazarme para acompañar mis pies y llevarme ligero.


Mis arandelas viven en mi juego de llaves, así puedo acompañarlas donde vayan. Desde el bolsillo murmuran que la realidad es en verdad la magia.
Para casi toda la gente, una arandela es una arandela.
Para mi es tradición y lazo.

Es la pieza exacta donde abandonar el miedo, justo al pie del fortín que resguarda mis sueños.



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