miércoles, 20 de enero de 2016

Volver distinto

Resulta inquietante cómo algunas palabras quedan resonando en el archivo de nuestra memoria y de repente, sin previo aviso, resurgen un día cualquiera ante un momento que las recupera para al fin comprenderlas. Eso fue lo que me sucedió algunos días atrás al reencontrarme con el río que había conocido siendo aún una niña. Sentada frente a su orilla, viéndolo peinar los sauces, vino a mí la frase de Heráclito que alguna vez había escuchado en clase de filosofía:
"Ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos."


Río Atuel- San Rafael- Mendoza


Y así era, el río y yo conservábamos los mismos nombres, y sin embargo, él se veía más pequeño y lento. Yo más grande y liviana. Teníamos una historia juntos, aunque ahora comenzaba a dudar si se trataba de ese mismo río e incluso si se trataba de mí misma.


La histología ha demostrado que las células de nuestro cuerpo se reemplazan cada menos de siete años, incluso aquellas que no lo hacen por completo, como las neuronas, reemplazan sus componentes esenciales en un lapso de tiempo similar. Entonces, aquello a lo que llamo mi cuerpo, en realidad se ha transformado por completo  cuatro veces en lo que va de mi vida. Mi mente sabía que ya había estado en ese lugar, y sin embargo todo se presentaba nuevo ante mis ojos. Y es que no sólo mi parte física se había regenerado. Sentí que algo en mí había aprendido por fin a ver.


Muchas veces hablamos de la importancia de cumplir con nuestra misión en la vida, una tarea que venimos a realizar para colaborar con el plan del universo. Al elegir emprender ciertos caminos no solo decidimos sobre nuestro destino sino que también modificamos nuestro alrededor, y lo que hacemos o dejamos de hacer tiene consecuencias en el conjunto del Ser.
Hace más de ciento treinta años la decisión de dos hombres venidos de tierras lejanas transformaría para siempre un desierto en tierra fértil. Julio Gerónimo Balloffet emigró de Francia a la Argentina a mediados del SXIX. Había estudiado agrimensura en la ciudad de Lyon y al llegar al nuevo continente fue el encargado de la reconstrucción de la ciudad de Mendoza luego del terremoto de 1861. Tras realizar las obras, se radicó en el sur de la provincia, territorio poco poblado por los inmigrantes, donde los malones y las condiciones del suelo se presentaban como un desafío para los colonos europeos.
En un viaje de regreso a su país natal, convenció a su compatriota Rodolfo Iselin de comprar parte de sus tierras, donde se dedicaría a llevar adelante un sueño: fomentar la vitivinicultura a través del desarrollo de canales de riego y la introducción de varietales franceses como el malbec, el verdot y el semillón. El ímpetu de Rodolfo lo llevó a fundar la colonia francesa en el territorio, interviniendo en la llegada del ferrocarril a la zona  y colaborando con la construcción de los organismos públicos y con el trazado del pueblo que se convertiría en lo que hoy conocemos como la ciudad de San Rafael. Tras la muerte de su hija Juanita a causa de fiebre tifoidea, se divorció de su esposa y vendió su bodega “La abeja” junto con todas sus posesiones. Regresó a Francia, donde contrajo matrimonio con una mujer muchos años menor. Tiempo después quiso volver, pero los habitantes del pueblo rechazaron su nueva familia y las habladurías de la alta sociedad lo hicieron abandonar para siempre la ciudad a la que había dado vida. El hombre que había desafiado los límites de la naturaleza llevando humedad a lo estéril ya no pertenecía a allí. Ni él ni la tierra eran los mismos. Como el vino esperando madurar en la barrica, ya no pudo volver a ser lo que había sido. Tampoco fue capaz de comprender el alcance que tendría en el futuro su sueño primigenio.




Bodega "La abeja" en la actualidad.

Hoy en día San Rafael es la segunda ciudad más importante de su provincia y recibe más de 500.000 visitantes por año. La producción de vino junto con el turismo son las principales actividades económicas y el nombre de Rodolfo Iselin resuena a lo largo de toda su extensión.


Plaza San Martín- San Rafael


Volver al Atuel me permitió re-descubrir su historia. Allí había visto por vez primera las estrellas al pie de la montaña, y al buscarlas nuevamente las encontré aún más brillantes suspendidas en el firmamento. Supe mientras las observaba que nuestras acciones en la vida por más pequeñas que parezcan, así como el aleteo de una mariposa, pueden ser capaces de cambiar el mundo.

Cañón del Atuel- Valle Grande- San Rafael

lunes, 4 de enero de 2016

Tradición que huele a barrio



Como sabemos los que la habitamos, La Plata es un pueblo grande. A pesar de sus edificios y su ritmo urbano, basta caminar unas pocas cuadras fuera del centro para encontrarse con casas de techos bajos y patios verdes. Para vivir “el barrio”. Ese barrio donde los vecinos se saludan y el almacén sabe sus historias. Donde los más grandes toman mate en la vereda y los más chicos encuentran una plaza donde jugar.

Y fue hace medio siglo, durante los festejos de fin de año, donde el barrio platense encontró su forma de celebrarse. En 1956, en la esquina de 10 y 40 nació una de las más reconocidas tradiciones platenses. Luis Tortora, dueño del bar “El Obrero”, fue el primero en realizar un momo de Año Nuevo para homenajear a los jugadores de Defensores de Cambaceres de Ensenada que habían alzado la copa de campeones ese mismo año. 

"Homero y Jaguer" 21 y 37 


El origen de la quema de muñecos para despedir el Año Viejo se remonta a la historia del viejo mundo, de costumbres españolas derivadas de rituales paganos europeos y celtas. Las Saturnales romanas consistían en una celebración realizada en honor a Saturno, dios de la agricultura, llevadas a cabo entre el 17 y 23 de diciembre, a la luz de velas y antorchas para festejar la entrada del Sol en el signo de Capricornio, iniciando el solsticio de invierno. Al mismo tiempo, el emperador Aureliano introdujo en el año 274 el culto al Sol Invicto, o nacimiento de un nuevo período de luz, proveniente de Siria y conmemorado el 25 de diciembre. Posteriormente el cristianismo tomó esta fecha como día de nacimiento de Jesús de Nazaret, y las celebraciones de las costumbres paganas se trasladaron al día de Año Nuevo. 


"El rock de las estrellas" 25 y 40

En nuestro continente son varios los países que han adoptado esta costumbre. Distintas ciudades de México, Ecuador, Perú, Uruguay y Chile suelen realizar quemas de monigotes de cartón o papel para purificar y alejar las malas energías y comenzar regenerados el nuevo año. Sin embargo, la tradición platense se distingue del resto ya que cada barrio de la ciudad elige su propia temática para la realización del momo. El espectro es amplio, desde un personaje de dibujos animados hasta un acontecimiento político, todo contenido es bienvenido.


"UP" 10 y 36



"Breaking Bad" 24 y 41

La diversidad no sólo se ve en la elección de los temas sino también en el modo en que cada barrio se organiza para trabajar. Hay muñecos emblemáticos por su historia, que año a año deslumbran a los vecinos por las dimensiones de las obras, la introducción de efectos de luces, movimiento y sonido. Constituyen verdaderas obras de arte efímero. Hay otros, de tradición joven que buscan formas simples como cajas de fósforos o atados de cigarrillos. Sin embargo todos guardan algo en común: las ganas de reunirse, de hacer que la fiesta perdure, de estar juntos, hacer la calle propia, habitar la vereda y transformar por unos días la ciudad en alegría.


"Furia Intensamente" 11 y 36

Mientras que los adultos se encargan de construir la estructura de alambre y madera, los más chicos piden monedas a los autos que pasan por la calle para poder financiar el costo de engrudo y pintura, y comprar pirotecnia para el show de fuegos artificiales y la quema. Las noches previas suelen ser punto de encuentro para las salidas adolescentes. Hasta último momento el equipo trabaja y deja todo preparado para comenzar una vez más el ritual. El muñeco es la fiesta del barrio, la expresión de la cultura popular. Construye identidad, une a través de las generaciones, crea lazos que perduran en el tiempo.


"Minion" 10 y 38

¿Qué sería de La Plata sin esta tradición tan nuestra, sin hacer la clásica recorrida a los muñecos por la tarde antes de cenar? ¿A dónde iríamos después de brindar si no fuéramos a observar entre aplausos a los soles invictos a quienes les pedimos un próximo año recargado en luz? Despedimos un año y como el ave fénix renacemos de las cenizas para re-comenzar, conociendo quienes somos, sabiendo dónde vamos y construyendo nuevos recuerdos.


 "Los Aristogatos" 19 y 39